Nombre común de ciertas especies de una familia de serpientes venenosas, conocidas por su aspecto intimidante y su picadura mortal. Es fácil reconocerlas por una especie de caperuza que despliegan cuando están irritadas o se sienten amenazadas, que se forma por extensión de las costillas de la parte trasera de su cabeza. Estos reptiles viven en Filipinas, el sur de Asia y África.
La cobra real o cobra de Birmania es la serpiente venenosa más larga del mundo. El promedio de su longitud es de 3,7 m pero algunas alcanzan los 5,5 metros. Es una serpiente delgada, de color oliva o pardo, con ojos de color bronce. Vive en Filipinas, Malasia, sur de China, Myanmar, India, Tailandia y la península Malaya. Su actividad es diurna y se alimenta principalmente de otras serpientes. Su veneno es muy tóxico.
La otra cobra asiática es conocida como cobra de anteojos (debido a un dibujo similar a unos anteojos que exhibe en su piel). Rara vez alcanza una longitud superior a los 1,8 metros. El ensanchamiento de la zona de la cabeza de la cobra asiática es, proporcionalmente, mucho mayor que el de la cobra real y suele ser de color amarillo o castaño, con un dibujo en forma de anteojos en blanco y negro situado en la parte dorsal y dos motas blancas en la superficie inferior. Desarrolla su actividad durante el crepúsculo y por la noche, y se alimenta de reptiles, aves y roedores. Esta serpiente es causa de muchas muertes al año en la India, donde se le trata con respeto religioso y rara vez se le da muerte. Vive desde la costa este del mar Caspio hasta China y Malasia.
Los reptiles del orden Crocodilios aparecieron por primera vez hace unos 200 millones de años y se cree que constituyen un vestigio de la gran era de los reptiles. Sus antecesores vivían originalmente en tierra y tenían una constitución ligera, pero pronto se diversificaron en formas acuáticas y anfibias. A excepción de los aligatores, los Crocodilios viven en áreas tropicales y subtropicales del mundo. Las especies modernas son anfibias y pasan buena parte de su vida en el agua, donde nadan con movimientos rítmicos de la cola. En ocasiones, ésta les sirve para capturar a sus presas, arrastrándolas desde aguas poco profundas hasta zonas de mayor calado, donde pueden devorarlas con mayor facilidad.
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Los Crocodilios están bien adaptados a la vida depredadora y tienen pocos enemigos naturales. Sus placas óseas, llamadas osteodermos, forman una especie de coraza que protege su gruesa piel. Sus dientes, en número de 30 a 40 en cada mandíbula, encajan en unos alveolos de éstas y se imbrican entre sí cuando tienen la boca cerrada. En los cocodrilos, el cuarto diente de cada lado de la mandíbula inferior sobresale cuando cierran la boca; en los aligatores, estos dientes no son visibles.
Las mandíbulas de los Crocodilios son lo bastante fuertes al cerrarse como para aplastar los huesos de animales pequeños, pero tan débiles a la hora de abrirse, que es posible impedir que lo hagan manteniéndolas cerradas con la mano. Dado que los Crocodilios flotan casi totalmente sumergidos, las únicas partes visibles cuando acechan a sus presas son los orificios nasales, los ojos y parte del dorso. Son los reptiles más ruidosos que existen y emiten sonidos que oscilan entre siseos y aterradores rugidos y bramidos, casi siempre durante la época de apareamiento. En tierra, estos animales se mueven rápidamente por medio de un movimiento de gateo, pero también pueden caminar a cuatro patas, como los mamíferos.
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